Estoy de vuelta, sí. Pero no estoy de vuelta. Estoy más mareada que antes, en realidad. Viajar siempre me produce un vahido bueno; es decir, me revuelve las tripas, pero para bien. Me da vuelta y me sacude, me hace volar (literal y metafóricamente), me montaña-ruséa para parar de golpe y hacerme sentir mareada y confundida por un rato. Pero es un rato, no más. Este rato. Así que cuando todo deje de girar alrededor les contaré, amigos, bloggeros, qué conclusiones saco del trip.
Por ahora solamente la sensación de estar en el aire, sentir la brisa del verano europeo rozarme y disfrutar, disfrutar de Berlin y sus contrastes, del verde alemán, de la comida germana y de las otras(vivan los turcos y sus Döner, vivan los tanos y el helado!), disfrutar de las colinas con praderas, de los bosques y las vías que los atraviesan y a todos lados te llevan, de la edad media, sus ciudades y sus callecitas,sus muros perimetrales y sus iglesias. De la lengua alemana, que es mi "media lengua" y de lo alemán, que es mi medio hogar, aunque me quede tan lejos. Sensación de calesita y la ilusión de sacar la sortija para poder dar otra vuelta.